martes, 25 de octubre de 2016

¿BRÚJULA O MOTOR? Una importante elección empresarial donde el orden de los factores sí altera el producto


No están cambiando solo las cosas, sino las prioridades y las expectativas.
Otra característica de los cambios empresariales actuales, es que conllevan mayor intensidad que nunca antes.

Las antiguas formas de hacer las cosas en las organizaciones han dejado de funcionar y aportar valor. El mundo se enfrenta a retos globales a los que, en muchas ocasiones, se les intenta dar soluciones locales o parciales que, en la mayor parte de las  ocasiones, no están conectadas con el problema que intentan aliviar. Esto conlleva las consiguientes tensiones, improductividades y derroche de recursos  que todos observamos a nuestro alrededor.

Esto condiciona a cualquier tipo de organización humana. En el caso de las empresas, afecta particularmente a las de  pequeño y mediano tamaño, en las que hay que armonizar recursos escasos con objetivos concretos que permitan su permanencia en el mercado y a las que se les permite poco margen de error.

En la medida que se acelera el cambio a nuestro alrededor, las herramientas y procedimientos de gestión tradicionales necesitan articularse en torno a un nuevo enfoque de las experiencias empresariales, a nuevos paradigmas, nuevas métricas y formas de hacer las cosas.

En muchos casos, las herramientas y los conceptos que son necesarios reevaluar ya existen desde hace tiempo, pero ahora requieren de nuevos enfoques, de nuevas  prioridades y aplicaciones, con nuevas intensidades acordes al actual entorno.

Observamos que las organizaciones se ven obligadas a cambiar sistemas  jerárquicos verticales por redes y agrupar la gestión y competencias en torno a equipos, a generar mejores maneras de comunicarse, a obtener nuevos datos desde nuevas perspectivas y todo ello para tomar  mejores decisiones. Esto implica gestionar el cambio.

Estos cambios pasan por personas que, teniendo que interactuar entre si, a su vez tienen que dar respuestas más veloces a su entorno que en ningún otro tiempo, con el consiguiente efecto en sus emociones.

Para superar esta transformación se requiere enfocar las experiencias empresariales desde la perspectiva emocional, al mismo tiempo que será necesario aplicar las competencias profesionales que procedan.

Ahora las organizaciones necesitan aplicar de forma prioritaria cualidades como  la empatía, la flexibilidad, la automotivación, la iniciativa y el impulso interno. Son imprescindibles en un mundo donde el cambio, la incertidumbre y los retrocesos forman parte del paisaje diario y al parecer han llegado para quedarse.

Esto afecta igualmente al liderazgo. En la actualidad, las capacidades necesarias difieren en gran medida de los estilos de gestión utilizados tradicionalmente. Se necesitan catalizadores del cambio, gestores de la diversidad, mantenedores del rumbo y generadores de impulsos colectivos positivos.

Se hace necesario distinguir entre el concepto de "cambio" y "transformación". El cambio suele conllevar un proceso de sustitución y está sujeto a un espacio temporal. La transformación dentro de la empresa suele conllevar un carácter constructivo, permanente y de apoyo en lo que ya existe, mientras se camina a la creación de nuevos aspectos que aseguren la supervivencia empresarial.

Existen muchos factores que ponen y pondrán a prueba a la empresa, tales como cambios en el mercado, ciclos económicos o estrategias no adecuadas, pero nada la hace más vulnerable que la ausencia de gestión emocional y de habilidades interpersonales.  En definitiva, no saber trabajar sus experiencias desde las personas y por tanto desde las emociones.

Todo lo anterior hace que, gestionar las experiencias empresariales, requiera una buena dosis de inteligencia emocional como impulsora de los equipos. Estos a su vez, estando bien orientados, podrán  implementar las técnicas que sean necesarias.  

La empresa que sea consciente de su realidad, que trabaje las habilidades que la conectan con el mundo que nos rodea y con su propio mundo interior, podrá adaptarse de forma más fácil y eficaz a los continuos cambios que requerirá el futuro próximo.

En definitiva, si el destino  consiste en llevar a buen puerto las experiencias empresariales, el inicio del viaje será tomar en consideración y gestionar adecuadamente las  experiencias emocionales,  fomentando e impulsando aquellas habilidades que dan respuesta a las mismas.

Por tanto, ¿brújula o motor? Llevar a la empresa en la dirección adecuada y hacerlo a un ritmo sostenible, son aspectos irrenunciables para cualquier directivo. Pero si tenemos que elegir y fijar una prioridad, ¿en qué orden escogeríamos? Probablemente coincidamos en la necesidad de que la brújula esté bien orientada para que los diferentes movimientos de la empresa, al ritmo que esta pueda sostener, se den en la dirección adecuada.

Gestionar empresa - gestionar personas - gestionar emociones, una trilogía emergente en cualquier empresa.

En Fusión Comunicación & Estrategia trabajamos desde hace muchos años con equipos directivos de empresas de diferentes sectores, sumando a su esfuerzo experiencia, metodología y métricas que contribuyan a seguir dando respuesta de forma efectiva a la gestión de experiencias empresariales-experiencias emocionales.

Juan Antonio González Martínez
Director - Fusión Comunicación & Estrategia
juanantonio@fusioncomunicacion.es